Chile eligió futuro
Fecha: 20 Dic 2021
A falta de que se termine con el recuento de votos, el escrutinio del resultado de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales chilenas confirma que el candidato de la izquierda, Gabriel Boric, será el próximo presidente de Chile
Pese a los antidemocráticos intentos de la derecha chilena de limitar el voto popular (que se ha evidenciado en la supresión de servicio público de transporte que facilitase la movilidad en la jornada electoral), el pueblo chileno ha dado una victoria más que holgada a Boric, que más allá de representar una opción política de progreso suponía la antítesis al fascismo de peores raíces pinochetistas que encarnaba José Antonio Kast, vencedor en la primera vuelta electoral el pasado 21 de noviembre.
La Unión General de Trabajadoras y Trabajadores felicita al pueblo chileno por la movilización y por su apuesta decidida por la democracia, la justicia y por un futuro esperanzador, y a Gabriel Boric y a todas las fuerzas de progreso que se han aunado bajo su liderazgo, entre ellas nuestra central sindical hermana, CUT Chile, que han sabido movilizar a la elevada abstención de la primera cita electoral y hacerse con los votos de gran parte de los abstencionistas.
Tras décadas de yugo neoliberal, tras la cruenta represión que el aún presidente Piñera realizase de las protestas que desde 2019 se han venido produciendo en el país, tras la pesada y aún viva herencia de la dictadura del sangriento e infame Pinochet, Chile se enfrenta ahora a un futuro de transformación y esperanza.
El nuevo gobierno, que deberá urgentemente trabajar a fondo para levantar a un país azotado por la planeada injusticia y desigualdad de años de experimentos neoliberales (desde su desastroso sistema de jubilación hasta la consagración del agua potable como un bien de mercado en su Carta Magna), comenzará su gestión en un proceso constituyente histórico que ha de redactar una nueva constitución para Chile que sustituya a la actual, hija del pinichetismo. Boric será el presidente que deberá, por lo tanto, no sólo gobernar para los millones de trabajadores y trabajadoras chilenas, excluidos durante décadas de los derechos laborales más básicos y, con éstos, del justo reparto de la riqueza, sino también el que impulse una nueva era de justicia, igualdad, y democracia que se fragüe en la nueva constitución del país. Así pues, la puesta en práctica de la agenda de profunda transformación estructural que la candidatura de Boric ha llevado por bandera y que el pueblo de Chile ha decidido refrendar es una misión costosa y perentoria, sí, pero también la que pueda hacer del país americano una democracia socialmente justa en sentido completo.
Pero no sólo eso: este nuevo Chile que, como se comenzó a gritar en las calles en 2019, despertó es también una oportunidad para un nuevo proyecto para América del Sur. La victoria de Boric, que sigue la senda de recientes triunfos electorales de la izquierda en el continente, abre también la esperanza a futuros procesos electorales (significativamente en Brasil y Colombia) y a una gran alianza de gobiernos de progreso que reivindiquen un nuevo y más preponderante papel para Latinoamérica. La Unión Europea está en la obligación de responder de manera decidida y responsable a esta apuesta y dejar de una vez de alentar, por actuación u omisión, las gestiones de gobiernos que, con frecuencia, han conjugado la violación de Derechos Humanos con la gestión de las cuentas bancarias de sus dirigentes en paraísos fiscales.
La elección de Boric es también una dura y felicísima patada a la ultraderecha y al fascismo de su país y de otros, como el nuestro. El aval de los partidos de España y de Europa a la candidatura del Kast, si entonces fueron vergonzosos e incomprensibles -habida cuenta de las celebradas conexiones del candidato ultraconservador con la agenda política y social de la dictadura de Pinochet-, hoy se consagran como un error histórico y deben ser evidenciados y analizados. Ningún partido que bendiga a defensores de una dictadura fascista es un partido democrático, lo haga a nivel nacional o en una errónea y equivocadísima agenda internacional. Chile ha dicho no al fascismo en las urnas, y si antes decíamos que la victoria de Boric abre un futuro a todo el continente americano, la derrota del fascismo que representa Kast cierra también una puerta a los partidos que lo pregonan o con él se alían.
UGT reitera la felicitación al electo Boric y, sobre todo, a la mayoría social chilena. A esa clase trabajadora que ha venido siendo represaliada con la bota militar o con el cilicio del ultraliberalismo. A los y las que han dicho ¡basta! y exigen ahora su momento. A un noble pueblo del que el asesinado presidente Allende dijo retornaría por las grandes alamedas, libre, para construir una sociedad mejor.