Es fundamental poner en marcha medidas que reviertan la situación actual de los incendios forestales
Fecha: 17 Jul 2022
Desde UGT, instamos a los distintos gobiernos, central y autonómicos, a que adopten políticas que apuesten por el mundo rural y por reforzar los operativos de extinción, dotando a estos profesionales, de un marco regulatorio que les dignifique
Las altas temperaturas que estamos soportando, en esta segunda ola de calor, han vuelto a elevar el nivel de riesgo por incendios forestales a riesgo extremo en la mayor parte de la península. Estamos asistiendo a una simultaneidad de incendios, más de 30 activos, 2 de ellos que están arrasando España. Entre los más preocupantes destaca el incendio de la Sierra de Mijas en Málaga, el del Parque Nacional de Monfragüe y el de Las Hurdes en Extremadura. Pero también preocupan los 15 incendios activos que azotan Castilla y León o los incendios de Galicia, que han quemado más de 4.000 hectáreas.
Según los expertos, estamos más cerca cada día, de sufrir, Incendios de 6ª Generación, que como ya sabemos son más agresivos, virulentos, impredecibles y arrasan una mayor superficie en poco espacio de tiempo.
En España, los incendios forestales se están convirtiendo en un grave problema, ya que ponen en peligro no solo el patrimonio natural, sino que también ponen en serio riesgo a la ciudadanía y sus poblaciones y por supuesto a los operativos que se dedican a la extinción de incendios forestales, que viven, cada vez más, situaciones de riesgo que ponen en peligro su vida.
El cambio climático provoca fenómenos extremos como las olas de calor que venimos sufriendo, pero las olas de calor no prenden los montes, aunque sí que influyen, de una manera muy clara, en que ardan. Nuestros montes están sometidos a un estrés hídrico muy grande, que los hace más inflamables, lo que, sumado al abandono del mundo rural, al abandono del campo hace que estén llenos de combustible vegetal, listo para arder. La fórmula perfecta para que España arda, como estamos viendo, por los cuatro costados.
La primera ola de calor del verano, a mediados de junio, dejó un número importante de incendios en 23 provincias de España. El más destructivo fue el que afectó a la Sierra de la Culebra, en la provincia de Zamora, en el que se quemaron más de 30.000 hectáreas. El fuego arrasó en torno a un 3% de la superficie de la provincia de Zamora, siendo según los expertos el incendio forestal más grande en lo que va de siglo.
Hasta junio de este año han ardido más de 81.800 hectáreas, el 76% en el último mes. Lo que supone casi tantas hectáreas como en todo el año 2021.
Y esto no es un hecho aislado, lo que ocurre en España se repite en la Unión Europea. Según los datos de Copernicus, la superficie abrasada se multiplica por tres respecto a la media de los últimos 15 años por estas fechas.
En definitiva, España es un país especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático, donde se prevé que las olas de calor sean cada vez más frecuentes y duraderas, por lo que tenemos que estar preparados, haciendo más resilientes nuestros bosques y estableciendo un plan de gestión en el mundo rural, que fomente el empleo de calidad y que fije población.
Desde UGT, instamos a los distintos gobiernos, central y autonómicos, a que adopten políticas que apuesten por el mundo rural y por reforzar los operativos de extinción, dotando a estos profesionales, de un marco regulatorio que les dignifique. Es fundamental que estos profesionales tengan contratos estables y condiciones de trabajo dignas y seguras. Los trabajos de extinción de incendios generan numerosos riesgos para la seguridad y salud de los equipos de extinción, precisamente hoy se cumplen 17 años del incendio de Guadalajara en el que fallecieron 9 bomberos forestales y 2 agentes medioambientales.
Urge, por tanto, aprobar la Ley del Estatuto Básico del Bombero y Bombera Forestal y también aprobar la Ley Básica Estatal de Agentes Medio Ambientales.
Es fundamental, poner en marcha medidas que reviertan la situación actual de los incendios forestales y que rompan con el círculo vicioso existente entre el fuego y el cambio climático.