Por un crecimiento económico basado en empleos de calidad
Fecha: 28 Sep 2018
El PIB crece, pero refleja una tendencia descendente de la actividad económica
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Los datos de Contabilidad Nacional del segundo trimestre de 2018 muestran un aumento del PIB del 0,6% respecto al trimestre anterior y un 2,5% en términos anuales.
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Pese a ello, nuestra economía muestra una desaceleración evidente, debido al aumento de precios en artículos de primera necesidad, la mala calidad del empleo y los salarios y el descenso de los niveles de consumo de las familias.
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UGT reclama un cambio de estrategia económica, basado en el aumento de la creación de empleo de calidad, el incremento de los salarios en base al IV AENC y la implementación de un Plan Estratégico para la Industria que expanda las actividades que más valor añadido generan.
El INE ha publicado hoy los datos definitivos de la Contabilidad Nacional Trimestral del segundo trimestre de 2018, que refleja notables diferencias respecto de los datos del avance que hizo público el 31 de julio al incorporar una revisión de la serie y nuevos datos conocidos en el último mes. De estas cifras definitivas se puede concluir que nuestra economía mantiene un crecimiento sólido, a pesar de registrar una evidente desaceleración, que continuará el próximo año. Para apuntalarlo y hacerlo más equilibrado es necesario reforzar el consumo de los hogares, para lo que es imprescindible que el empleo generado sea de mayor calidad y con mejores salarios; que las empresas destinen mayor parte de sus cuantiosos beneficios a renovar sus equipos y a modernizar sus procesos productivos (inversión), aumentando su capitalización y potencial de expansión; y que el gobierno articule los programas necesarios para incentivar una estrategia de desarrollo sostenible de largo plazo, que prime las actividades y sectores con mayor potencial de generación de riqueza, con especial atención al impacto de los cambios tecnológicos.
Las cifras hechas públicas hoy reflejan que el PIB aumentó en el segundo trimestre un 0,6% respecto del primero, y un 2,5% en términos anuales, igual y tres décimas menos, respectivamente, que los datos homogéneos registrados en el primer trimestre. Es la tasa anual más baja desde el cuarto trimestre de 2014, lo que refleja la tendencia descendente del crecimiento de la actividad económica. No obstante, sigue siendo un ritmo notable, cuatro décimas superior a la media de la zona euro (2,1%).
Todo el crecimiento se debe al tirón de la demanda interna, que aporta 3,3 puntos al aumento del PIB, mientras que la demanda externa resta ocho décimas. Este comportamiento diferencial entre los sectores interno y externo se viene agudizando desde hace año y medio. En general, el escaso protagonismo del sector exterior en el crecimiento desde 2014 (ahora, incluso, detrayendo crecimiento, debido en buena parte a la caída del gasto de turistas extranjeros en nuestro país) debería llevar a repensar la estrategia exportadora global de nuestro país, demasiado dependiente del comportamiento del sector turístico, y dentro de este, de segmentos de negocio “de sol y playa”, más volátiles y con menor aportación de valor que otras alternativas de actividad.
Por lo que se refiere a la demanda interna, destaca en el trimestre la moderación tanto del consumo público (del 2,4% al 1,9%) como, sobre todo, del consumo de los hogares, su principal sustento (que pasa del 3,1% al 2,3%, la tasa más reducida desde el primer trimestre del pasado año). Aunque esperados, estos datos son preocupantes, en el actual contexto de aumento de la incertidumbre derivado de la guerra comercial entre EEUU y China, la tendencia neoproteccionista general a nivel internacional y la retirada paulatina de los programas de compra de activos del BCE.
Además, la desaceleración del consumo de las familias tiene mucho que ver con la elevada precariedad laboral y los bajos salarios de los empleos que se están creando, junto al repunte de algunos precios esenciales (vivienda, tanto en régimen de compra como de alquiler, electricidad, gasolinas).
Por su parte, resulta positivo el repunte de la inversión (del 3,9% al 7,7%), y en especial la dedicada a maquinaria y bienes de equipo, que pasa del 1,8% al 10,8% en términos anuales.
Mala calidad del empleo
En cuanto al empleo, el número de ocupados (medido como puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo) se reduce una décima en términos anuales, del 2,6% al 2,5%. Pese a ello, se trata de una tasa elevada en términos relativos, puesto que es igual a la de aumento del PIB, lo que determina una variación nula de la productividad por trabajador. La productividad por hora efectivamente trabajada incluso se desploma nueve décimas, pasando a ser negativa (-0,4%).
Son, sin duda, unos resultados anómalos, y que de nuevo vienen a constatar la baja calidad del empleo que se está generando, incompatible con una consolidación del crecimiento duradera, que redunde en un incremento de la riqueza nacional. El estancamiento de la productividad del trabajo es síntoma de estancamiento de las capacidades expansivas del país, y un síntoma de alarma que el gobierno no puede pasar por alto. Hay que crear empleo, sin duda; pero éste tiene que ser de mayor calidad y con mejores salarios.
La caída de la productividad, junto con un avance de la remuneración total de los asalariados (del 3,6% al 3,9%) ha determinado un ligero aumento de los costes laborales del 0,2% al 0,6%. En todo caso, se trata de una evolución de los costes muy moderada, la segunda más baja de toda la Unión Europea, según confirmó hace dos semanas la oficina estadística europea (Eurostat) con la publicación de los datos del Índice de Costes Laborales Armonizado. Y la remuneración por asalariado crece sólo a un ritmo del 0,7%, muy por debajo de la inflación media en lo que va de año (1,6%), lo que determina que los asalariados y asalariadas están perdiendo casi un punto porcentual de poder de compra, en un año de clara expansión económica, un resultado fuera de lógica y con consecuencias muy negativas.
En definitiva, los datos ofrecidos hoy muestran un crecimiento notable, pero también algunos comportamientos preocupantes que deben ser corregidos. Es necesario adoptar un cambio de estrategia económica global, que ponga el acento en impulsar el consumo de las familias y fomentar una inversión empresarial más centrada en las actividades con mayor potencial de desarrollo. Para ello, es imprescindible modificar nuestro mercado laboral para aumentar la creación de empleo de calidad, revirtiendo la reforma laboral de 2012; hay que desarrollar plenamente los compromisos salariales y de empleo adquiridos por las empresas con la firma del IV AENC, lo que implica elevar los salarios mínimos de convenio a 1.000 euros e incrementar los sueldo de manera general en torno a un 3%; y es urgente diseñar un Plan Estratégico para la Industria, que implique la expansión de las actividades que más valor añadido generan, con el objetivo de elevar su aportación del 16% al 20% del PIB.