Justicia Social frente a la emergencia climática
Fecha: 10 Dic 2019
Artículo de opinión de Ana García de la Torre, Secretaria de Salud Laboral y Medio Ambiente de UGT, en contrainformacion.es
Miles de personas hemos salido a las calles de Madrid para exigir a los gobiernos que actúen ya, ante la emergencia climática. Esta manifestación debía haber recorrido las calles de Santiago de Chile, pero no ha sido posible por la situación que vive el país, consecuencia de un modelo de políticas neoliberales que han llevado al pueblo chileno a la más absoluta pobreza, generando graves injusticias y desigualdades. Un país, donde se está atentando contra los derechos humanos. Son ya 26 las personas asesinadas por la represión del gobierno chileno, represión que ha provocado decenas de heridos, detenidos y torturas. Y ese gobierno está presidiendo la COP25 ante el rechazo de multitud de organizaciones que como la que yo represento entiende que no debería presidir las negociaciones climáticas cuando está violando los derechos y libertades del pueblo chileno. Hace poco el Secretario General de CUT-Chile, Nolberto Díaz, decía “este Gobierno no puede presidir la COP25 cuando vulnera los derechos humanos constantemente. No puede cuidar del medioambiente si no sabe cuidar antes de sus ciudadanos y ciudadanas”.
Es hora de pasar a la acción
Las consecuencias del cambio climático llevamos tiempo sufriéndolas y lo peor está aún por venir. Es hora de pasar a la acción. Con motivo de la celebración de la Cumbre del Clima, COP25, ayer pudimos ver como se movilizó una parte muy importante de la sociedad civil. Para decir alto y claro que: el calentamiento global es un hecho, que sufrimos ya sus consecuencias y que no es verdad, como dicen los negacionistas que; la Humanidad no pueda hacer nada para combatir el calentamiento global. No es verdad que la sociedad no pueda hacer nada para frenarlo.
Para los que piensan así, decirles que ayer el mensaje fue unánime, nos manifestamos contra un modelo de desarrollo capitalista y depredador basado en un crecimiento económico infinito, que es incompatible con los límites planetarios.
Estamos ante una emergencia climática, el mayor reto al que se enfrenta la Humanidad. Y gobiernos y empresas deberían tener marcada una única prioridad: avanzar hacia una economía baja en carbono, aumentando la ambición a la vez que se establecen medidas de transición justa.
Es necesario un cambio profundo y rápido de la forma en que producimos, nos movemos y consumimos. Esto representa una revolución de dimensiones que no se han visto hasta ahora porque implica, entre otros aspectos, transformaciones globales industriales y cambios tecnológicos de gran alcance, el desarrollo de un nuevo mix energético y la implantación de la economía circular.
Esta necesaria revolución no solo generará efectos positivos sobre la salud y la calidad del aire, también reducirá la dependencia energética y podría representar un gran impulso para la creación de empleo verde y decente, así como una oportunidad para reforzar las capacidades tecnológicas e impulsar una industria sostenible.
Pero llevar a cabo todo este cambio requiere de inversión económica, estabilidad y voluntad política. Por este motivo, hay que requerir de la COP25 que se alcancen compromisos ambiciosos, reales y tangibles.
La transición remodelará profundamente el mercado laboral, generando nuevas oportunidades para los trabajadores y las trabajadoras. Se crearán nuevos empleos, pero también, se destruirán otros muchos y algunas ocupaciones existentes se transformarán en otras nuevas.
Habrá sectores y regiones, especialmente los que dependen de industrias intensivas en carbono, que pueden verse más negativamente afectados que otros. Es necesario anticiparse a estas tendencias y a su impacto en los trabajadores y las trabajadoras. Para ello, la labor sindical es especialmente importante. Tenemos que participar en la gobernanza climática y en la planificación de las correspondientes políticas a todos los niveles y demandar que la política climática vaya acompañada de mayor igualdad, justicia y solidaridad.
El éxito del proceso dependerá también del modo en que nuestra sociedad tenga en cuenta a las personas y colectivos más vulnerables, ya que la transición solo será efectiva si se lleva a cabo bajo una perspectiva de justicia climática y social. De ahí que toda esta transformación deba hacerse bajo el paraguas de una Transición Justa que asegure que no se deja a nadie atrás y que esté basada en el diálogo social como herramienta principal.
Pensar en las personas
Es imprescindible contar con medidas concretas de apoyo a los sectores e industrias afectados y a los trabajadores y las trabajadoras más vulnerables. Sin olvidar que es necesario diseñar planes de formación y de reactivación territorial, en los que prime la diversificación de actividades económicas sostenibles, ayudando a la vertebración del territorio y al desarrollo rural.
La Confederación Sindical Internacional (CSI), está presente en esta Cumbre del Clima con más de 150 observadores, para demandar a todos los líderes de los países, que incrementen urgentemente la ambición y establezcan planes o estrategias de transición justa que cuenten con suficiente presupuesto y con la participación de los agentes sociales. Nos quedan apenas 10 años, no basta con seguir hablando, es tiempo de actuar.
Desde hace años los sindicatos venimos reclamando empleos decentes en un planeta vivo. Generar confianza a través de las garantías que ofrecen unas medidas de transición justa para todos los trabajadores, sus familias y comunidades, permitirá a los Gobiernos mostrar una mayor ambición.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2019 (COP25) ha de mostrar el compromiso de los Gobiernos a esa mayor ambición en el desarrollo de nuevos planes sobre el clima, las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (CDN) previstas en 2020.
También, los Gobiernos han de sumarse a la nueva iniciativa “Acción Climática para el Empleo” presentada durante la Cumbre sobre la Acción Climática 2019 en Nueva York. Es fundamental que los sindicatos estemos en la mesa de negociación, para que se tome en cuenta la voz de los trabajadores y trabajadoras afectados por la crisis del clima y las políticas climáticas.
Una financiación adecuada para la lucha contra el cambio climático es la piedra angular de una política climática eficaz. Hace falta asegurar la transición hacia bajas emisiones de carbono en el Norte global y encaminar al Sur global hacia una vía de desarrollo bajo en carbono. Los Gobiernos deben cumplir su promesa de movilizar 100.000 millones de USD al año para 2020.
Queda claro que necesitamos un cambio profundo en el modelo económico, no solo en nuestro país sino en todo el planeta y en este sentido vamos a trabajar pensando en las personas y sus derechos, porque este proceso tiene que ser un proceso justo en el que nadie quede atrás.