Pepe Álvarez: "Si no hay reforma laboral inminente, el Gobierno debe prepararse para movilizaciones"
Fecha: 05 Feb 2021
Entrevista a Pepe Álvarez en "El Economista"
No tiene un minuto libre y ahora está centrado no solo en las movilizaciónes -que el sindicato que lidera ha planteado para la próxima semana-, sino en cómo tramitar el reparto de los fondos Covid. Aunque no oculta que se siente ideológicamente cómodo con un gobierno de izquierdas, dice que están hartos de que sus promesas no tengan reflejo en el BOE. "Hay un programa que deben cumplir ya", advierte. Tal vez por eso cuando le preguntas si tiene el alma dividida por su condición de sindicalista y militante del PSOE desde hace más de cuarenta años reacciona rápido: "En UGT, más allá de nuestros lazos históricos con el PSOE, no somos primos y no damos cheques en blanco a ningún gobierno". Haber liderado durante un cuarto de siglo la UGT catalana y llevar afiliado al sindicato socialista desde el 75 le han curtido en batallas laborales de todo tipo y no está dispuesto a bajar la guardia. "Debe visualizarse que hay una mayoría en España que quiere que se derogue la reforma laboral, que no se recorten las pensiones y que se suba el salario mínimo (SMI)", advierte. A Josep María Álvarez (Belmonte de Miranda, Asturias, 1956) todos en su entorno le llaman Pepe, haciendo honor a su fama de campechano y sencillo con un discurso de sindicalista en estado puro, pragmático y resolutivo. Es la voz de la UGT, el hombre que lidera uno de los dos sindicatos más importantes de España y ha conseguido lo que parecía casi imposible en estos tiempos revueltos: elevar el nivel de afiliación, en descenso desde hacía años.
Afirma que la semana laboral de cuatro días es una realidad imparable que se impondrá en muy poco tiempo. Califica de absurdo que una subida del SMI en pandemia provoque pérdida de empleo y dice que "subir el cómputo del cálculo de la pensión a 35 años supondrá un recorte de un 6% o un 6,5%". Está convencido de que en Cataluña -"yo iré a votar a Barcelona"- habrá un cambio de ciclo político porque "el modelo está agotado y hay que ayudar entre todos a pasar página", sentencia. No tiene pelos en la lengua.
¿Las movilizaciones de los sindicatos para el 11 de febrero son un serio aviso al Gobierno de que no le darán un cheque en blanco?
Nosotros nunca damos cheques en blanco a nadie. Con esta convocatoria queremos decirle al Gobierno que tiene un programa que debe cumplir. Los trabajadores tienen necesidades urgentes y nosotros no nos vamos a quedar a medio camino. Se debe visualizar claramente que hay una España que quiere que se derogue la reforma laboral, que no se recorten las pensiones, y que suba el SMI de manera razonable, como se ha hecho en Portugal, Alemania o Francia. El Gobierno ha de plasmar en el BOE sus compromisos de forma inminente. Las reivindicaciones de los trabajadores no se sacan solo en el Parlamento, o en el Consejo de Ministros, sino combinando negociación y movilización.
Vamos que, aunque UGT sea primo hermano del PSOE no les van a dar mucho tiempo...
En la UGT, más allá de la historia de nuestras dos organizaciones, no somos unos primos. Tenemos la obligación, gobierne quien gobierne y especialmente si gobierna la izquierda, de recordarle que aquí estamos y empezamos a estar hartos de que las palabras no lleguen al BOE. En el último año los ministros han dicho muchas cosas que se han quedado en frases huecas, lo que genera una frustración interminable.
Si finalmente la reforma laboral no se deroga, ¿estarían dispuestos a aceptar retoques parciales?
Seguiremos pidiendo que se derogue y continuar donde nos quedamos en la última mesa de negociación. Primero que nos digan cuáles serían los retoques parciales y, después, que los lleven al BOE. Si no hay reforma de forma inminente, el Gobierno debe estar preparado para que los sindicatos nos movilicemos cada vez más según afloje la pandemia. Los sindicatos hemos contribuido como nadie a que en este proceso pandémico se hayan podido tapar agujeros sociales desde el consenso, pero debemos denunciar que muchos colectivos lo están pasando mal por la burocracia de la Administración y porque las medidas del Gobierno por errores de planificaron no han llegado.
¿Es momento de subir el SMI cuando se está destruyendo empleo?
Se pierde empleo porque hay una pandemia brutal. Eso de que se perderá empleo porque se suba el SMI es absurdo y no se lo cree nadie. El SMI hay que subirlo porque el Gobierno tiene un compromiso de que en 2023 se llegue al 60% del salario medio, unos 1.200 euros. Si ahora estamos en 950, hay que llegar de manera urgente a un acuerdo para este año y para el resto de la legislatura. Alemania, que tiene un SMI de 1.500 euros, ha subido el 2,5%. Francia, un 1% con un salario de más de 1.500 euros. Y Portugal, con 650 euros, ha subido un 4,6%. ¿Por qué en España no?
Entonces, ¿hay margen?
Sí, hay margen suficiente para subir el SMI. ¿A quién afecta? A una parte importante de un servicio que nos da la Administración explotando a las subcontratas de manera absolutamente miserable e indigna. Y por otra, a los trabajadores del campo y de manipulación de alimentos. Ese sector ha crecido un 6% en 2020 con la pandemia y, por lo tanto, hay margen de sobra.
¿Aceptarán la petición de Moncloa de subir las pensiones con el IPC medio de los tres años previos?
No, es inaceptable. Las pensiones tienen que subir con el IPC, como se hacía en 2011. No tenemos un problema de gasto en pensiones, sino de gastos impropios que abona la Seguridad Social y de ingresos. Hemos de quitar los gastos impropios y subir los ingresos, y destopar las bases. Y ver cómo financiamos las pensiones para que los pensionistas futuros vivamos con dignidad.
¿Tiene razón Escrivá cuando dice que si se sube el cálculo de las pensiones a 35 años no supondrá un recorte o ustedes que dicen que sí?
No es verdad que subir a 35 años el periodo de cómputo de las pensiones no supone un recorte. El ministro sabe perfectamente, según los propios cálculos del ministerio, que se recortarían entre un 6% y un 6,5%. Seamos serios: cualquier reforma que se haga de la Seguridad Social tiene que pasar por el Parlamento y en estos momentos la mayoría del Parlamento no votaría ampliar el periodo de cálculo a 35 años.
¿Y se podría pactar un tiempo intermedio de 30 años por ejemplo?
No, en absoluto. No vamos a entrar en una subastilla con los años de cálculo. Hasta el año próximo no llegaremos a los 25 y, por lo tanto, no tiene sentido hablar ahora de 35.
¿Tener una semana laboral de 4 días es una realidad o una utopía inalcanzable de momento?
La semana laboral de 4 días es una realidad que se va a imponer en muy poco tiempo. Hace 5 años que lo venimos planteando porque, primero, desde el punto de vista digital y tecnológico, va a haber nuevas necesidades formativas y habría que dedicar un día a la formación y, segundo, hay que reducir el tiempo de trabajo para que puedan trabajar más personas. Estamos en un punto similar al de la revolución industrial, cuando se prohibió el trabajo infantil y se acordó trabajar 8 horas de lunes a sábado. Ahora hay que hacer ese cambio. Hay algunas empresas españolas que ya trabajan 4 días a la semana y lo está haciendo una parte importante de las empresas europeas. El camino hacia la semana laboral de 4 días es imparable.
Los últimos datos del paro parecen el preludio de una catástrofe porque ya rozamos los 4 millones.
Más que catástrofe, creo que estamos en el final de un ciclo. Valorar el desempleo en estas circunstancias es fácil o difícil. Fácil porque es un desastre y difícil porque situar algún elemento de optimismo puede parecer iluso. Pero creo que cuando la pandemia sanitaria remita, la pandemia económica va a mejorar de forma sustancial. Salvo nuevas cepas, con las vacunas pronto deberíamos empezar a ver la luz.
¿Usted cree que después del verano levantamos cabeza o este año también lo daremos por perdido?
No lo sé, porque lo que dijo la ministra de Turismo a mí me parecía bastante razonable, y medio país se le ha tirado a degüello. ¡Qué barbaridad! No se trata de crear expectativas falsas, pero es razonable pensar que si no hay fallos en la entrega de las vacunas para el verano tendremos suficientes personas inmunizadas, y por lo que estamos viendo en países como Israel, que ha tenido vacunas suficientes, cuando eso ocurre el panorama cambia.
¿Y hay que dar por perdida la Semana Santa?
Paso a paso, pero sin dar nada por perdido. Desde el punto de vista del empleo tiene que ir por delante la salud que la economía, pero si pudiéramos llegar a finales de marzo o abril un poco más tranquilos, las cosas pueden cambiar. Cuando la pandemia baje se va a recuperar rápidamente el consumo, y la activación económica será imparable.
Se han gastado ya 36.400 millones en Ertes. ¿Se puede mantener mucho tiempo?
Ha habido más de 2 millones de personas infectadas y entre 60.000 y 90.000 fallecidos, y eso tampoco se puede mantener. El dinero gastado en Ertes y desempleo ha sido bien empleado. Son fondos de carácter temporal y tendremos que mantenerlos lo que sea necesario para tener activo el tejido productivo.
¿Los Ertes, que caducan en mayo, deberían haberse ampliado todo el tiempo que dure la pandemia?
Se deberían de haber aprobado con una fecha indefinida, y hay que mantenerlos mientras dure la pandemia. Una parte de los Ertes se paga con las cotizaciones de los trabajadores, por no hablar del coste que está teniendo para el Estado. Si a eso le sumamos las ayudas directas que se han dado en forma de créditos y que aproximadamente cada cuatro créditos de los que estaban dedicados al Covid, tres son ayudas empresariales, el esfuerzo es de todos. Algunos empresarios y gurús de la economía deberían callarse. Cuando dicen que los Ertes tienen un coste imposible para nuestro país, hay que recordarles que más insoportable será el coste en créditos que se les ha dado y que muchos no se van a devolver.
Para algunos, España, de seguir así, será un país de subvencionados...
Eso es el absurdo. Lo que hay que hacer es mitigar la pandemia con políticas sociales y mantener vivo el tejido productivo. No hay otra manera de hacerlo. Lo contrario sí que sería convertirnos, no en un país subvencionado, sino en un país de hambrientos porque las subvenciones no se podrían mantener eternamente, y el tejido productivo estaría muerto. Esta pandemia ha puesto en valor lo público, y lo público también es la atención del Estado a las empresas y a los ciudadanos.
¿Qué le parece que Vox haya dado su apoyo al Gobierno en el tema de los fondos y el presidente Sánchez se lo haya agradecido?
Lo realmente dramático durante la pandemia es que el Parlamento se haya comportado de manera tan sectaria en cuestiones de Estado donde los ciudadanos querían consensos. Es lo que hemos hecho las organizaciones sindicales y empresariales, pensar en los ciudadanos y consensuar. Hay que recuperar el sentido común y que los ciudadanos vean reflejado en el Parlamento lo que quieren. Las políticas del Covid tenían que haberse hecho con una base mucho más sólida y aquí lo fácil es visualizar a la oposición, pero también el Gobierno debería haber hecho un esfuerzo mayor.
¿Considera que el apoyo de Vox al Gobierno es un signo de normalidad democrática como lo es que lo apoye Bildu o ERC?
Yo jamás haría una comparación de Vox con nadie. El fascismo no se puede comparar con nadie. Los totalitarismos son totalitarismos, y Vox es un partido con un talante fascista incompatible con la democracia.
Tampoco las broncas en el Gobierno de coalición son edificantes. ¿Eso augura una legislatura corta?
Creo que este Gobierno va a durar toda la legislatura, y tendremos que ir acostumbrándonos a que haya discrepancias dentro de la coalición, como ocurre en otros sitios. Lo que no significa que le reste eficacia, aunque nos complica la vida a los que tenemos que interactuar con ellos. A mí lo que me parece más importante es que las políticas de izquierdas vayan al BOE y que la gente viva mejor. En algunos casos se va a conseguir y en otros costará más.
¿Usted, como catalán, cree que el efecto Illa va a funcionar o inevitablemente se iría a un tripartito con ERC y los independentistas?
En Cataluña estamos ante un cambio de ciclo porque hay un modelo agotado, como se puso de manifiesto con la marcha de Torra. Veremos qué ocurre con el bloque independentista, que tampoco es homogéneo, y si hay alguna confluencia de la izquierda o no. Lo trascendente es pensar que cada uno tiene derecho a defender lo que piensa y a hacerlo en el marco de la legalidad.
¿Se puede indultar a quienes dicen que si vuelven a ganar repetirían los mismos actos?
Lo importante es si desde el punto de vista político se quiere ayudar a pasar página. Hay una duda razonable sobre la tipificación actual del delito de secesión, avalada por algunas sentencias europeas que advierten que debemos acoplar nuestro ordenamiento con el de Europa. Si eso ocurre podrá contribuir a que se pase página de manera más rápida. Cuanto antes seamos capaces de poner a Cataluña en plena forma a trabajar con el conjunto de España, mejor vamos a vivir los ciudadanos de Cataluña y del resto de España.
¿Qué le parece que Pablo Iglesias e Irene Montero tengan como niñera a una persona que está dada de alta y recibe un sueldo como asesor del Ministerio de Igualdad?
La verdad es que no sé nada de esa noticia, pero no me lo creo.
¿Y se cree que en el hospital Zendal haya habido sabotaje y la policía esté investigándolo?
Con lo que ha llovido sobre ese hospital y teniendo en cuenta la habilidad de la presidenta de Madrid para tergiversar las cosas, solo cuando se demuestre que ha podido haber sabotaje me lo creeré. Me parece bien que se haya presentado una denuncia para que se investigue, pero, de entrada, no me creo nada. Ese hospital se ha hecho sin seguir los protocolos, con fórmulas muy onerosas para los madrileños y sanitariamente mejorables. No se ha contratado personal suficiente, y cuando las construcciones se hacen rápidas pueden haber defectos de estructuras. Dicho esto, si alguien ha intentado sabotear las instalaciones que le caiga el peso de la Ley y la condena social. De la misma forma que si no hay indicios de sabotaje, el personaje político que ha propiciado la negación no sólo debería pedir disculpas, sino algo más.