El aumento de los ataques verbales y escritos que se está generalizando peligrosamente en todo el mundo, y como UGT ha advertido en numerosas ocasiones, es una peligrosa estrategia de oposición que no solo conduce al deterioro de la vida pública, sino que puede abocar en comportamientos de mayor violencia de consecuencias imprevisibles. La historia de Eslovaquia y la del propio continente europeo nos recuerda que así puede suceder.  

Lo que a todas luces parece un intento de asesinato es, sin duda, un ataque a la democracia: la agresión a un representante legítimo de la voluntad popular es una violación del mandato expresado con el pueblo. 

Robert Fico, que ha hecho de la homofobia, la xenofobia y el anti europeísmo su bandera, representa política y personalmente una opción que en nada es la que defiende UGT o su sindicato eslovaco hermano KOZ SR. Sin embargo, y por encima de las discrepancias políticas, la salvaguarda de la democracia y la libertad de expresión, así como el riesgo a un aumento generalizado de la violencia, hacen que expresemos nuestra solidaridad con la víctima. 

El trágico atentado de ayer debe hacer reflexionar a todas las fuerzas políticas del continente y decir basta a la agresión personal -se exprese de la forma que se exprese- como arma legítima. La clase trabajadora y el conjunto de la ciudadanía está necesitada y ansiosa de políticas reales de cambio y progreso y no espectáculos de gladiadores estériles, coléricos, que se acaban contagiando y que en nada mejoran las condiciones de vida de los que otorgan el mandato democrático. 

La inmediata campaña electoral para las elecciones al parlamento europeo son una excelente oportunidad para que los que aspiran a representar al pueblo lo hagan de manera civilizada, creativa e inteligente. Algo ha cambiado. La gente está hastiada de testosterona. No todo vale. Quien no lo quiera entender e insista en llamar a la violencia será responsable directo de las trágicas consecuencias que su irresponsable y egoísta actitud pueda tener.