La decisión del Gobierno de Estados Unidos de no revisar la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, anunciada mediante declaraciones de su secretario de estado, Anthony Blinken, confirma el agravamiento de la estrategia de acoso político y económico del gobierno norteamericano iniciada por Donald Trump en las últimas semanas de su gestión.

La inclusión de Cuba en esta clasificación arbitraria supone una excusa de la administración Biden para mantener políticas intervencionistas frente al país antillano, al que intenta desestabilizar mediante las graves consecuencias económicas que implica estar en esa lista, agravando aún más las consecuencias del bloqueo ilegal que EEUU mantiene sobre Cuba desde hace más de 60 años, una actitud que ha sido denunciada, año tras año, por la Asamblea General de Naciones Unidas. Aparecer en ese listado supone, entre otras cosas, que se dificulta la realización de transacciones comerciales, incluyendo las de productos de primera necesidad como alimentos y medicinas, además se restringe seriamente la obtención de financiamiento para el desarrollo de políticas públicas o se dificultan gravemente las operaciones bancarias, incluidas el pago de obligaciones financieras con organismos internacionales. 

El argumento, expuesto por Donald Trump y avalado ahora por Biden, además de falaz (Cuba tiene ratificados diecinueve convenios internacionales para la prevención del terrorismo y ha firmado algunos bilaterales con EEUU sobre esa materia) demuestra la falta real de compromiso del gobierno norteamericano con la paz y la lucha contra el terrorismo al alegar la presencia en Cuba de miembros de la guerrilla colombiana ELN a sabiendas que la presencia de los exguerrilleros colombianos respondía únicamente al trabajo en torno a conversaciones para la búsqueda de la paz en el conflicto armado de Colombia. 

Cuba puede demostrar un compromiso claro en la búsqueda de la paz, habiendo apoyado y alojado las conversaciones de paz que dieron lugar al histórico acuerdo entre el gobierno colombiano y las FARC en 2016. Este acuerdo, internacionalmente reconocido como un avance histórico, derivó en el otorgamiento del premio Nobel de la Paz para el entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos, quien participó de las fructíferas negociaciones y la firma del acuerdo en La Habana, bajo el auspicio del gobierno de la isla caribeña.
La Unión General de Trabajadoras y Trabajadores condena y rechaza firmemente la insistencia del gobierno estadounidense en la estrategia de acoso e intervencionismo contra Cuba. El futuro de Cuba, su modelo político, económico y social, corresponde únicamente a la sociedad cubana, sin ningún tipo de injerencia interesada como la que representada por gobierno de EEUU.

UGT continuará apoyando a los trabajadores y trabajadoras de Cuba, a través de su central sindical Central de Trabajadores de Cuba (CTC), en su papel clave ante en los numerosos retos que el país caribeño afronta respecto de su realidad económica social y política.